viernes, 28 de diciembre de 2012

Justicia chilena ordena detención de 7 ex miliares por crimen de Víctor Jara




(Hasta ahora no se había logrado identificar a los autores materiales de su asesinato, ocurrido días después del golpe de Estado a Salvador Allende en 1973.)

Santiago. La justicia chilena ordenó este viernes la detención de siete ex oficiales del Ejército chileno, acusados de autores y cómplices del asesinato del cantautor Víctor Jara, ocurrido pocos días después de la instalación de la dictadura de Augusto Pinochet, en 1973, informó el Poder Judicial.
“El ministro en visita (juez especial) de la Corte de Apelaciones de Santiago Miguel Vázquez Plaza dictó procesamiento en la investigación por el homicidio del cantautor Víctor Jara Martínez, ejecutado el 16 de septiembre de 1973, en el Estadio Chile”, señaló en un comunicado.
Víctor Jara, autor de canciones como Te recuerdo Amanda o El cigarrito, fue detenido al día siguiente del golpe de Estado que derrocó al gobierno del socialista Salvador Allende e instaló la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Días después, tras permanecer detenido junto a otros 5 mil prisioneros en un estadio de Santiago, el cuerpo de Jara fue encontrado en un terreno baldío con 44 impactos de bala y sus manos mutiladas.
Hasta ahora la justicia no había logrado identificar a los autores materiales de su asesinato, uno de los crímenes más emblemáticos de la cruenta dictadura de Pinochet, que dejó más de 3 mil víctimas mortales.
En su resolución, el juez Vázquez ordenó la detención como autores del delito de 'homicidio calificado' de los ex oficiales Hugo Sánchez Marmonti y Pedro Barrientos Núñez, quien vive actualmente en Estados Unidos, por lo cual se emitió una orden de cáptura internacional.
Como cómplices, el juez encausó y ordenó la captura de los ex militares Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei y Luis Bethke Wulf.
Todos los imputados deberían ingresar al Batallón de Policía Militar Nº1, en Santiago.
En la resolución judicial de este viernes, el juez Vázquez estableció que Jara fue detenido cuando se encontraba en la Universidad Técnica del Estado, donde ejercía como profesor, y luego trasladado al Estadio Chile, un recinto cerrado en el centro de Santiago que hoy lleva el nombre del cantautor y fue usado como centro de tortura tras el golpe de Estado.
Durante su detención, el cantante “fue reconocido por el personal militar instalado al interior del Estadio Chile, siendo separado del resto de los prisioneros, para ser llevado a otras dependencias ubicadas en los camarines, ocupadas como salas de interrogatorios y apremios, donde fuera agredido físicamente en forma permanente, por varios oficiales”.
“El día 16 de septiembre de 1973 (…) se dio muerte a Víctor Lidio Jara Martínez, hecho que se produjo a consecuencia de, al menos, 44 impactos de bala, según se precisa en el respectivo informe de autopsia”,concluye la resolución.
La investigación judicial se reactivó en 2005, luego de que un soldado que estuvo en el Estadio Chile reconoció haberle disparado, aunque luego se retractó. Su versión, no obstante, llevó a la Justicia a ordenar la exhumación de su cuerpo.
En diciembre de ese año, miles de chilenos acompañaron a su viuda, la británica Joan Turner, y sus hijas Manuela y Amanda, a otorgar al músico el funeral que no tuvo en 1973, cuando fue sepultado en el casi total anonimato.
 
(Publicado en La Jornada-on line, el viernes 28 de diciembre de 2012)

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El libro, José Vasconcelos y Carlos Fuentes




(Párrafo del libro "En esto creo" de Carlos Fuentes)


"En 1920, el 90 por ciento de los mexicanos eran iletrados. El primer ministro de Educación de los gobiernos revolucionarios, el filósofo José Vasconcelos, lanzó entonces una campaña alfabetizadora que hubo de enfrentarse a la feroz resistencia de la oligarquía latifundista. Los hacendados no querían peones que supieran leer y escribir, sino peones sumisos, ignorantes y confiables. Muchos de los maestros enviados al campo por Vasconcelos fueron colgados de los árboles. Otros regresaron mutilados.

"La heroica campaña vasconcelista por el alfabeto iba acompañada, sin contradicción alguna, por el impulso a la alta cultura. Como rector de la Universidad Nacional de México, Vasconcelos mandó imprimir, en 1920, una colección de clásicos en preciosas ediciones de Homero y Virgilio, de Platón y Plotino, de Goethe y Dante, joyas bibliográficas y artísticas, ¿para un pueblo de analfabetos, de pobres, de marginados? Exactamente: la publicación de clásicos de la universidad era un acto de esperanza. Era una manera de decirle a la mayoría de los mexicanos: un día, ustedes serán parte del centro, no del margen; un día, ustedes tendrán recursos para comprar un libro; un día, ustedes podrán leer y entenderán lo que hoy entendemos todos los mexicanos.

"Que un libro, aunque esté en el comercio, trasciende el comercio.

"Que un libro, aunque compita en el mundo actual con la abundancia y facilidad de las tecnologías de la información, es algo más que una fuente de información. Que un libro nos enseña lo que le falta a la pura información: un libro nos enseña a extender simultáneamente el entendimiento de nuestra propia persona, el entendimiento del mundo objetivo fuera de nosotros y el entendimiento del mundo social donde se reúnen la ciudad —la polis— y el ser humano —la persona.

"El libro nos dice lo que ninguna otra forma de comunicación puede, quiere o alcanza a decir: La integración completa de nuestras facultades de conocernos a nosotros mismos para realizarnos en el mundo, en nuestro yo y en los demás.
 
"El libro nos dice que nuestra vida es un repertorio de posibilidades que transforman el deseo en experiencia y la experiencia en destino.

"El libro nos dice que existe el otro, que existen los demás, que nuestra personalidad no se agota en sí misma sino que se vuelca en la obligación moral de prestarle atención a los demás —que nunca son lo de más.

"El libro es la educación de los sentidos a través del lenguaje.

"El libro es la amistad tangible, olfativa, táctil, visual, que nos abre las puertas de la casa al amor que nos hermana con el mundo, porque compartimos el verbo del mundo.

"El libro es la intimidad de un país, la inalienable idea que nos hacemos de nosotros mismos, de nuestros tiempos, de nuestro pasado y de nuestro porvenir recordado, vividos todos los tiempos como deseo y memoria verbales aquí y hoy.

"Hoy más que nunca, un escritor, un libro y una biblioteca nombran al mundo y le dan voz al ser humano.

"Hoy más que nunca, un escritor, un libro y una biblioteca nos dicen: Si nosotros no nombramos, nadie nos dará un nombre. Si nosotros no hablamos, el silencio impondrá su oscura soberanía. "

lunes, 17 de diciembre de 2012

Schopenhauer: ¿Por qué no te ahorcas tú?


En su obra "El arte de tener siempre la razón" Schopenhauer da algunos consejos maliciosos, divertidos para "tener razón o llevársela siempre".



En una discusión, ante la argumentación de tu adversario, trata de buscar en ella alguna contradicción, bien con los principios de una doctrina o ciencia admitidas, o con lo que dijo antes o lo que decían sus maestros, etc. Busca algo de ese tipo y, si no hay nada mejor, convierte en personal lo que está defendiendo. El suicidio, por ejemplo. Asáltale de inmediato ante su aserto: “¿Por qué no te ahorcas tú?". Siempre podrás encontrar algo directo para llevar la confrontación a un terreno imposible.

Así es la estratagema 16 que Arthur Schopenhauer concibió para deshacerse o neutralizar adversarios dialécticos cuando se trata de “tener razón o llevársela siempre”. El arte de tener razón es una suerte de revólver dialéctico con cachas nacaradas que el borrascoso Schopenhauer escribió en 1830, durante su estancia en Berlín. Quizás todos lo habéis leído, y por eso hay placer en reencontrar sus pérfidas y divertidas maniobras. Basta imaginar el carácter sombrío de Schopenhauer cuando paseaba meditabundo por las avenidas de Berlín con la barbilla hundida en el pecho, el ceño fruncido, urdiendo estrategias dialécticas para superar a cualquier contrincante. “Recogí en ese catecismo todas las estratagemas de mala fe que tan frecuentemente se utilizan al discutir con el tipo de gente que suele ser la mayoría”.

Schopenhauer reflexiona sobre algo que nos pasa a todos; podemos tener razón objetiva en un asunto y sin embargo los oyentes no parecen creer en ello. ¿Os imagináis con qué humor soportaría Schopenhauer una situación así? Una cosa es la validez y verdad objetiva de una proposición y otra cosa es la aprobación de los oyentes. De esto segundo se ocupa la dialéctica, dice Schopenhauer.

Estas son las mejores estratagemas de Schopenhauer para refrescar nuestra dialéctica:

1 ❚ Caricaturizar la afirmación de nuestro adversario, interpretándola exageradamente, fuera de sus límites naturales. Cuanto más general y extensa se hace su afirmación, tanto más vulnerable resultará a nuestros ataques.

2 ❚ Recurso de valor permanente: suscitar la cólera del adversario, ya que, encolerizado, no está en condiciones de juzgar de forma serena y percibir su ventaja.

3 ❚ Uno puede utilizar premisas falsas si el adversario no admite las verdaderas en relación con la propuesta, siempre que sirvan para algo, aunque no sean el centro de la discusión.

4 ❚ No plantear las preguntas en el orden que requiere la conclusión a extraer, sino con todo tipo de desorden: en este caso, el adversario ya no sabe adónde quiere uno llegar y no puede prevenirse. Si es posible, se utilizan las respuestas confusas del adversario para alcanzar conclusiones deseadas por uno.

5 ❚ Utilizar argumentos ad hominem. Basándonos en una afirmación del adversario, busquemos una pregunta personal que le descentre: “¿Por qué no te ahorcas tú?”.

6 ❚ Si el adversario nos apremia a contestar de inmediato a su afirmación y no tenemos nada adecuado, busquemos un terreno general para rebatirlo. Pongámonos, en contra, por ejemplo, de la credulidad ante la magia.

7 ❚ Forcemos las consecuencias de las tesis de nuestro adversario, mediante falsas conclusiones y tergiversaciones para llegar donde él nunca quiso llegar.

8 ❚ Cuando uno no sabe qué objetar a las razones del adversario, declárese incompetente con ironía: “Lo que dice usted desborda mi débil comprensión. Puede ser muy acertado, pero yo no alcanzo a entenderlo y renuncio a cualquier juicio”.

(El presente artículo fue publicado en http://filosofíahoy.es sin identificar el autor del mismo.)