
Era una niña de seis años cuando su madre le encargó el cuidado de sus tres hermanitos más pequeños, pues ella tenía que salir a lavar ropa a otras casas. No recuerda desde cuando la pusieron a barrer y trapear, a lavar los trastos, a ir por agua, a llevar al molino el nixtamal.
Se casó. Nada más cambió de metate, como antes se decía. Tuvo seis hijos. Su marido trabajaba en una fábrica. Había que lavarle todos los días aquellos pesados overoles manchados de arriba abajo con aceite; había que hacer de comer para todos, y tener limpia la casa sin ayuda. Cuando su hombre murió ella se puso a coser en su casa a destajo, para un fabricante de camisas. Empezaba su labor a las 6 de la mañana y acababa a las 12 de la noche.
Ahora es una anciana. El otro día oyó que una nieta suya, licenciada, decía al conversar con una amiga: -Los tiempos han cambiado. Mi abuela, por ejemplo, nunca trabajó...
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