Reyes Martínez Torrijos
Periódico La Jornada. Domingo
19 de enero de 2014
José Revueltas es único
en este país, no hay un escritor más moral que el autor de El luto humano y Los
días terrenales: “él, primero que nadie, amó al ser humano, amó al más pobre de
todos”, señala Elena Poniatowska sobre el narrador y activista duranguense, que
este año arriba a su centenario.
Rechaza la noción de
“que por su participación política no fue el gran escritor. Yo creo que fue
falso. Él necesitaba para escribir también participar políticamente. José
Joaquín Blanco, gran crítico literario, dijo que era imposible escribir y vivir
como Revueltas (...) Él necesitaba militar para escribir”, relata la escritora
y periodista en charla telefónica con La Jornada.
El narrador José
Agustín –en charla telefónica– coincide en señalar que ambas facetas, política
y literatura, “son una, en realidad, por eso yo peleaba cuando se editaba su
obra completa que se incluyeron los textos políticos”.
“Mi vida literaria
nunca se ha separado de mi vida ideológica. Mis vivencias son precisamente de
tipo ideológico, político y de lucha social”, resumió Revueltas en una
entrevista con Norma Castro Quiteño, publicada en el libro Conversaciones con
José Revueltas (Era, 2011).
Elena Poniatowska,
quien lo entrevistó varias veces, recuerda: “Lo conocí en Lecumberri, porque él
pasó más tiempo de su vida en la cárcel que en la calle, por ejemplo, estuvo
dos veces en la Islas Marías. Y luego, desde finales del 68 o principios del 69
estuvo tres años en Lecumberri y fue arrestado muchísimas veces en distintas
prisiones, desde que era casi un niño de 12 o 13 años.
“En 1968, aunque
todavía era un hombre fuerte, entró a la cárcel porque se echó la culpa de todo
el movimiento de ese año. Estuvo en la crujía llamada El Polígono, al lado de
Manuel Marcué Pardiñas, Armando Castillejos, Heberto Castillo y Luis Tomás
Cervantes Cabeza de Vaca.”
A raíz del juicio por
su participación en el Consejo Nacional de Huelga, en 1970, Revueltas
sentenció: “Dice el Ministerio Público que intentamos cambiar la esencia de
México o de su Estado. ¿Cambiar su esencia? ¡No, señores del Ministerio
Público! ¡Encontrarla, descubrirla! Desenajenar la esencia de México, hacerla
del hombre, objetivar en ella al ser humano” (México 68: juventud y
revolución).
Poniatowska describe al
narrador, guionista, activista y teórico marxista como “hombre muy atractivo, a
las mujeres siempre les pareció así. Tuvo muchas mujeres. Además, era un héroe.
Desde muy joven tenía esta vocación, esta actitud y vocación de héroe ante la
vida (...) Era el hombre más bondadoso que cualquiera podía conocer”.
En torno a la
importancia del autor de Los errores, Poniatowska dice: “México está hambriento
de héroes y Revueltas fue uno, una de esas personas hacia quien uno puede
mirar. Además, por ejemplo, su libro El apando es una joya de la literatura
mexicana”.
Constata esta presencia
el grafiti garabateado años más tarde en una pared de Ciudad Universitaria:
“¡Ay José!, cómo te extrañamos en estas Revueltas”.
Fue “mártir de la causa
de los más abandonados y testigo de la existencia de la gente más olvidada, lo
que según él era atroz. Él decía mucho la palabra atroz, que por cierto también
decía mucho Octavio Paz. Es un héroe. Absolutamente. Es el más héroe de todos
los escritores mexicanos”.
Como parte de los
festejos por el centenario del escritor, hace un par de meses el Fondo de
Cultura Económica (FCE) inauguró su librería José Revueltas, en la capital de
Durango; además, se anunció una edición conmemorativa de la novela Los errores,
que cumple 50 años, y la redición de El árbol de oro: José Revueltas y el
pesimismo ardiente, de Philippe Cheron, así como José Revueltas: una literatura
del lado moridor, de Evodio Escalante; así como dos mesas de discusión en torno
autor y una exposición.
La editorial Era cuenta
en su catálogo con la mayoría de los títulos de José Revueltas, incluso una
obra completa con 26 volúmenes y los libros Dialéctica de la conciencia, Dormir
en tierra, El apando, El conocimiento cinematográfico y sus problemas, El luto
humano, Las cenizas: obra literaria póstuma, Los días terrenales, Los errores,
Los motivos de Caín, Los muros de agua, México 68: juventud y revolución y
México: una democracia bárbara, entre otros.
José Agustín menciona
que Revueltas antes de los años 60 “estaba vilmente discriminado. A mi
generación le correspondió hacer ver que se estaba cometiendo un error muy
grave. A mí me mandó llamar Emmanuel Carballo para encargarme (...) la
confección de las obras literarias completas.
“Era un estupendo
escritor, por supuesto; escribía notablemente bien. Cuando empecé a trabajar
con él, me dijeron: ‘cuídale mucho el estilo’. Luego de publicar su obra
literaria salió mucho a la luz todo ese desprecio que había habido y
minusvaluado su trabajo.”
Sobre los temas de
Revueltas, José Agustín afirma que “la vida le hizo pasar ciertos problemas.
Estar en la cárcel desde muy jovencito le permitió conocer personajes
rarísimos. Y cierta truculencia que había en él, aumentaba eso”.
Lo describe como
“hombre muy sencillo, muy correcto, muy adecuado. Cuando trabajé en la
colección de sus obras, fui a verlo varias ocasiones y estuvimos muy contentos,
y después nos rencontramos en la cárcel. Yo sabía que estaba en la crujía M, lo
fui a saludar por allá. Me dijo ‘¡Cómo, José Agustín por aquí!’ Ahí se afianzó
una amistad que duró hasta su muerte.”
Nacido en Durango el 20
de noviembre de 1914, fue autor de una serie de novelas y cuentos que
compartían una visión descarnada de la realidad, con personajes sufrientes, a
la orilla del abismo. La otra faceta de su personalidad, su activismo político
opositor, destaca en diferentes momentos como referente moral y heterodoxo del
marxismo y el Partido Comunista Mexicano (PCM), que entonces era clandestino.
A los 13 años comenzó
su militancia política. Y en un ambiente revuelto marcado la consecución de la
autonomía universitaria en 1929, la Guerra Cristera, la campaña presidencial de
José Vasconcelos contra la corrupción gubernamental, se dio la primera
detención del estudiante Revueltas, acusado de rebelión, sedición y motín por
manifestarse en el Zocalo. Pasó seis meses en un reformatorio.
Recién liberado,
Revueltas ingresó al PCM, y en 1932 fue confinado por cinco meses en las Islas
Marías, junto con otros militantes por participar en una huelga de trabajadores
en Nuevo León. De esta experiencia carcelaria nació el libro Los muros de agua,
terminada el 3 de octubre de 1940, la víspera del fallecimiento de su hermano
Silvestre, el compositor. En 1943 recibió el Premio Nacional de Literatura, con
la novela El luto humano.
Octavio Paz, premio
Nobel, en su Posdata, lo llamó “uno de los mejores escritores de mi generación
y uno de los hombres más puros de México”, y Carlos Monsiváis dijo: “La vida de
Revueltas es casi la de uno de sus personajes, probablemente el más poderoso.
Atado siempre a la idea de la militancia, convencido de que la revolución es la
meta imposible y necesaria”.
Revueltas se casó tres
veces: en 1937 con Olivia Peralta, en 1947 con María Teresa Retes y en 1973 con
Ema Barrón Licona.
Falleció el 14 de abril
de 1976 y fue inhumado el 16 en el panteón francés de La Piedad, en la ciudad
de México.
En su funeral, su amigo
MArtín Dozal, compañero de celda en Lecumberri –refiere Poniatowska–, le dijo
al secretario de Educación de entonces, Víctor Bravo Ahuja, que quería leer un
pequeño discurso: “No se da usted cuenta de que no queremos oírlo, señor”. Lo
corrió. La ceremonia tenía un “ambiente magnífico de rebeldía y de rechazo al
oficialismo”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario